domingo, 3 de abril de 2022

De mí para mí.

 

Esta es una carta para mí, pues aunque escribirme es algo que, si me dejara llevar por lo que llevo sintiendo hacia mi desde hace tanto tiempo, jamás haría, concuerdo con que para ser fuerte necesito perdonarme y comenzar a enamorarme de mí como de nadie más lo haría.

Esta es una carta para decirme lo que siento, cómo me siento, dónde siento que estoy y qué siento que hay a mi alrededor.

Comencemos...

Te encuentras en medio de un estanque de fango y petróleo que se te pega por todos lados y no te deja avanzar, sientes que esto son tus pensamientos: terroríficos, asquerosos, lúgubres, desesperados, desesperanzados. Y cuando meditas lo ves claro. Los pensamientos de esperanza, de cariño, de luz, de amor... Esos pensamientos te traen una especie de energía lumínica llena de calor que te hacen volar y sentirte como un ángel en el cielo. Pero sin embargo el peso de los anteriormente mencionados supone una gravedad que te hace caer hacia el interior de un agujero negro que lleva años creciendo en tu interior y hundiéndote en ti mismx. Todo cambia bruscamente en función de adonde vayas... Sabes que en ti habitan estos pensamientos de petróleo negros y pegajosos que apenas te dejan respirar, y te da miedo pasar por ahí, pero no consigues todavía evitar que estos sigan invadiendo la motivación de la mayoría de tus actos. En cambio, transitar por los pensamientos de luz te da paz, alivio, pues es como volar entre nubes de edredón, llenas de plumas que te hacen sentir calentita y arropada por ti mismx. El problema reside en que la luz no es un hábito para ti, terrible fantasma que se arropa en el frío que le proporciona el odio y su oscuridad. Pero te resulta inevitable ver esto con optimismo, con comprensión, entendiendo los procesos y sus horarios... Tan solo hay que mirar a hace unos meses para vislumbrar el cambio, y para darse cuenta de que este mismo es progresivo y lento. No te preocupes, te dices, aunque hoy no confíes en ti y te veas mala persona, sabes que en un tiempo todo esto será diferente, pues habrás aprendido a amarte con pasión y ternura, con respeto y con cuidado.

Una aspiración trascendental.

 ¿cómo se sienten las energías al pasar a través de mi cuerpo?

así como yo siento su fluir a traves de mis manos, mi cara, mis piernas, mi ser... ¿sentirán ellas cómo estoy yo?

ya que, pienso, todo es posible en esta existencia que a su vez no existe... ¿puede todo tener consciencia? ¡por supuesto! o al menos esto es lo que yo decreto.

¿alguna vez trataste de navegar con tu mente-imaginación hacia lo más pequeño que existe? pasando por el aire y dirigiéndote hacia un átomo, hacia una partícula, hacia su nucleo, hacia lo que hay más allá... ¿alguna vez te mareaste al tratar de fundirte con lo intangible? ¿sentiste acaso la realidad de lo ficticio? ¿la inmensidad de lo inexistente? ¿notaste la inexistencia de lo real? yo si. 


***


Conecto casi sin querer y con terrible miedo con un estado en el que alienígenas y entidades que me otorgan la responsabilidad de cambiar este planeta tierra intentan establecer una conversación conmigo. Algo me frena, siento un temor que me incita a huir, me atemoriza la idea de darme de bruces con entidades malévolas que me hagan sucumbir ante la crueldad de su extorsión. Todavía no consigo entender esta magia. No hay mínimo esfuerzo que tenga yo que hacer para entrar en contacto con este espacio de tan grandiosidad y aparente peligro. Sólo con emitir un leve pensamiento o prospección al respecto me noto entrando en esta dimensión que me llama a la par que me hace sentir como en una situación de vida o muerte. Es entonces cuando me surge la siguiente cuestión: ¿será que mi pavor no es a causa de un temido futuro, sino fruto de una previa manipulación de mi inconsciente? ¿será que es al fin y al cabo únicamente mía la decision de continuar por este camino? ¿será cierto que tan sólo con decretar que deseo mi beneficio y no mi destrucción, ganaré inmunidad ante sus posibles agresiones? Algo me dice que no es tan fácil cómo eso. O que es en realidad esa la actitud que he de acometer ferreamente a cada instante que pase. Especulo con que a cada paso que dé en dirección hacia mi sanación y armonía, una nueva manipulación tratará de hacerse con mi lóbulo frontal y asi con mis propias decisiones, relegándome del camino de la maestría colosal y encasillándome en el autosabotaje, tratando de hacerme creer que toda mi personalidad y motivo de vida giran en torno a ello. Me pregunto si esto es únicamente consecuencia de años y lustros de engaños y control mediante sutilezas maquiavelicas y preceptos prácticamente inquebrantables, o si, en cambio, y además de ello, hay una entidad institucional superior a la magnitud espacio-temporal que opera directamente sobre mí a cada momento. En caso de ser esto cierto, la entidad que parece querer cuidarme y protegerme, a la par que incitarme a construir un mundo bondadoso, también está sujeta a esta ventaja extraordinaria sobre el espacio-tiempo. Deseo con todas mis fuerzas que solo sea necesario tener en cuenta a este segundo grupo de entidades para que me protejan de las primeras. Siento que tengo un cometido mayor en esta encarnación. Siento que he de aprender la actitud que me lleve a un pleno equilibrio de energías que me convierta en un templo contundente e indestructible. Armonioso y justo, bondadoso y certero. Aunque, por otro lado, también me tienta y me sugiere una firme coherencia la cohesión de todo lo existente dentro de mi actitud ante la vida. Desde lo más tirano a lo más comprensivo, y así con todos los contrarios habidos y por haber, formando así dentro de mí todas las esferas conceptuales que conforman lo existente y lo inexistente. 

jueves, 20 de mayo de 2021

luces de neón que alimentan nuestro calor

 


todo puede verse grande desde la perspectiva de uno mismo, 

hasta las estrellas se sienten pequeñas en la infinidad del abismo, 

                 { cósmica distopía. 


todo es cuestión de perspectivas: cuando uno no soporta esta vida, 

                 { y quiere huir, irse ya,

lo que hace uno con su consciencia es imaginar que nada es real,

que todo podría ser diferente y quizá llegar a la muerte, 

                 { o desvivirse, a base de impulsos. 


... 


todo, en el fondo, puede tener consciencia, 

asi como nada puede tenerla, en realidad. 

nada puede ser todo lo que hay, 

lo único que existe,

así como todo puede ser siempre real, 

                 { a la par que confuso.


dudas, paradojas, personas que te atormentan incluso,

todo tiene su razón de ser y, solo tú, 

con tu manera de ver el mundo, 

de imaginar y reflexionar cómo es este lugar, 

(solo asi, con tu propia nocion de la vida) 

puedes llegar algún día, 

               { a construir algo que te aporte felicidad. 



viernes, 7 de mayo de 2021

soy una chica mala

 Me recuerdo divisando ese banco y pensar "este es un buen lugar para ponerse a escribir, escentrico y dadaista, perfecto para mi". Estuve escribiendo un rato, al principio me martirizaba pensando en que no era lo suficientemente bueno ni lo suficientemente potente, pero a media que las oraciones se iban dibujando como por arte de magia, al sentir mis dedos poseidos por el ingenio tecleando en la pantalla del móvil, poco a poco se iba esbozando una sonrisa en mi alma, así como una risita tétrica que también se comenzaba a escuchar de fondo. De pronto advertí que apenas en veinte minutos debía entrar por la puerta de mi instituto para asistir a las clases. Pensé para mis adentros en las pocas ganas que tenía de ver al imbécil del profesor, y observé cómo una emoción con alas de petróleo me seducía desde la distancia: la idea de reventarle la cara con el puño cerrado se acercaba hacia mí con cierto ademán de complicidad. Entonces, movida por la prisa que se cernía sobre mí, caí en una sucesión de pensamientos que me llevaron a cruzar a la acera de enfrente para adentrarme en las profundidades de un Mercadona que allí se encontraba. Bajé las escaleras con cierto aire mezcla de macarra y vagabundo, sintiendo cada paso como si estuviera descendiendo por los peldaños de mi hogar. Nada mas cruzar la puerta principial me entró la duda de si saludar abiertamente a todo el mundo con un rotundo y contundente "buenos días", pero rápidamente descarté la idea por falta de tiempo, y por temor a que nadie me devolviera el saludo. Al cruzar la zona de las cajas y dirigirme hacia las estanterías llenas de envases con comida fabricados por asesinos en serie, magnates de la industria, comencé a notar un leve cosquilleo en las manos, como si de pronto me pesaran más, y no podía evitar sentirlas como un cuerpo extraño en el que todo el mundo se iba a fijar para ver si escondían algo dentro de la cartera o del pantalón. Por temor a que mi suposición fuera cierta, me deshice enseguida de la idea que tenía en mente de coger algo prestado de la tienda. Me paré en frente de las lasañas precocinadas, mi debilidad durante este ultimo periodo, pero concluí en que no tenía el hambre suficiente para comerme una de ellas. Entonces fisgoneé un poco mas en los estantes de platos preparados por si alcanzaba a ver algo que captara mi atención, pero nada lo hizo en la medida que estaba buscando. Entonces continué mi camimo y giré hacia la zona de los dulces mientras pensaba "esto será más barato, pero lamentablemente no me apetece comer dulce... hmm, vaya, qué desgracia". Para mi suerte o mi infortunio, atisbé a lo lejos, en el fondo del pasillo, lo que parecían ser surtidos de panecillos y bollería, asi que dibujé una falsa sonrisa en mi corazón y apresuré ligeramente mi paso. Al llegar a la vitrina ojeé en busca de algo barato y apetecible. Cuando vi las napolitanas de jamón y queso maldecí en silencio por no haber ido al Dia, a sabiendas de que allí serían mas baratas. Tras unos momentos de duda y reflexión, me rendí y tomé una de las dos que quedaban. Por algún tipo de asociación extraña, al ver esas dos napolitanas solitarias en su estante, pensé en ti por un instante, aunque, para no mentir, debía decir mas bien que llevaba dos dias sin poder, ni querer, sacarte de la cabeza. Entonces me di media vuelta y, mascullando, fui avanzando por el pasillo en dirección peaje, mientras una voz en mi cabeza me planteaba la opción de salir con ella en la mano como si nada pasara. Noté la ausencia de mis 70 céntimos antes de pararme frente a la cajera, cuando vi que dos trabajadores me habían visto napolitana en mano. Al principio pensé que quizá no se fijarían en si salía o no del recinto sin pagar, o que lo pasarían por alto porque comprenden mi situación, pero al final no pude reaccionar a tiempo, y cuando quise darme cuenta estaba buscando la cola mas pequeña para pagar mi desgraciada napolitana de jamón y queso. Tuve la suerte de ver, en los puestos de la izquierda, una cola vacía, donde el cliente en cuestión estaba terminando de pagar su compra. Así que rauda como una ardilla dirigí mis pasos hacia allá, donde la trabajadora dijo algo que no llegué a captar. Entonces le pregunté por lo que había dicho, pensando que no tendría mayor relevancia, pero me encontré con que la señora había hecho un chiste: "¡ya puedes ponerlo aquí!" - me dijo con cierta prisa, y entonces rió, al darse cuenta de que no había empleado una bolsa de papel para guardar mi aperitivo, y que por lo tanto, sería una guarrería tanto para la cinta corredora como para mi estómago el acto de dejar ahí mi comida. Reí con ella cuando me explicó la situación y puse mi sonrisa falsa y desesperada por excelencia. Tampoco es que la pusiera a propósito, lo había mecanizado y automatizado hace ya mucho tiempo y, al verme envuelta en el nerviosismo que me producía hablar con alguien a quien no quería siquiera mirar, pues no quería mirar en general mas allá de la nada, no encontré mas remedio que el de intentar quedar bien. Pero como me resultó una persona agradable y valiente, hice un esfuerzo por reirme con ella de un modo sincero y contestarle desde el corazón. Aquello me alegró, y tras pagar mis 70 centimos, despedirme y olvidar allí el tiquet, salí danzarina con una media sonrisa en la cara, esta vez sincera y jocosa. 

COMO UN BARCO A LA DERIVA

 me siento en un banco desesperanzada, mi pecho palpita gimiendo de dolor... solloza angustiado por no saber dónde se encuentra... Máscaras apiladas unas encima de otras y todas ellas cubirendo todo mi rostro, todo mi cuerpo. Mientras tanto noto mi carencia de energía vital y comienzo a lamentarme por no tener la fuerza de un huracán, es entonces cuando una pequeña voz en el fondo de mi nuca, como una voz de la consciencia, me dice que yo ya soy un huracán y una vista infinita desde la tarima de un barco en alta mar. Rompería a llorar si supiera cómo hacerlo, me desplomaría aquí frente a todo dios y chillaría sin reparo alguno, sin pudor que me pudiera frenar. Mas hay hoy un miedo sepulcral que me paraliza de pies a cabeza. No quiero acabar de nuevo en el hospital y que violen mi boca forzándome a tragar veneno en forma de cápsula o gotero. Solo puedo recordar, pasmada de impotencia y terror, mi cara adormilada y entumecida, mi cuerpo tras el velo del pijama del hospital y la saliva escapando de mi boca con una sonrisa traviesa, regocijándose en el imperioso hecho de que mi alma estaba siendo aniquilada por profesionales de la medicina, estos mismos que me saludaban con buena cara mientras pensaban en volver a su puta casa a descansar de la que imagino que debe de ser una visión igual o más traumatica de lo que lo fue para mi y para todos los animalillos desbocados que allí nos encontrábamos. No me imagino tener que ver a diario como encierras a una niña indefensa y drogada en una habitación maniatándola de pies y manos, mientras la escuchas chillar y chillar, a tal punto que parece que va a expulsar alguno de sus órganos en uno de los alaridos, y entonces, preso del miedo, ir a buscar una jeringa con droga para clavarle vía intramuscular a esa muchacha poseída y maniatada que tienes frente a ti.... A decir verdad, por un momento me he puesto a imaginar la escena y he notado mi pulso acelerandose, mis pupilas dilatadas de pronto, y mis genitales humedecidos, discurriendo por ellos mi flujo fruto de la excitación que me produce pensar en semejante situación. Una entidad dentro de mi, atemorizada, se escandaliza: ¡¡cómo puedes sentirte asi a raiz de infringirle tanto sufrimiento a una persona!! Palabras poco meditadas resultantes de comportamientos aprendidos. ¿y por que no? le contesto jajaja -suelto una risita perturbadora por entre mis dientes. porque... ¡¡¡porque le estas haciendo sufrir!!! ¿a caso no se te ocurre mejor motivo, más elaborado?  - le pregunto ambiciosa a esta entidad que parece ser bondadosa y justa. ¿qué problema hay con que alguien sufra? le digo, ¿a caso no es gracioso y entretenido ver a alguien sufrir? ¡a mi me excita! ella se queda perpleja, casi puedo observar cómo su mandíbula gesticula dejándola boquiabierta, con ojos como platos. Podia oler su ira invadiendo todos y cada uno de los poros de su piel, y mientras veía como su rostro se iba desfigurando, me imaginaba una tetera a punto de hervir sobre los fogones de una cocina antigua.  Una risa espectante se apoderó de mis interiores y me sentí convulsionar como en medio de un cosquilleo, pero con el calor de la alegría metiendose por entre mis entrañas y haciendolas vibrar. 

Arenas movedizas.

Un día más desperté con la primera alarma de siete que tenía, a las ocho de la mañana. Con los ojos entreabiertos cogí el movil, que estaba destrozándome los oídos con el jodido ruidito de siempre, e intenté apagarla, pero por más que tocaba la pantalla, medio a ciegas, este no dejaba de sonar. Llevaba ya tantos días con esta extenuante rutina que las intenciones del sonido comenzaban a desdibujarse, hasta tornar completamente en burla: una humillación. La alarma parecía haberse dado cuenta de que yo sólo pretendía seguir durmiendo, y en consecuencia, haberse vuelto todavía mas estridente de lo que ya era desde un principio. Por momentos, el runrún que emitía mi aparato se asemejaba tanto a una carcajada que noté cómo una lagrima se escapaba de mi cavidad ocular sin yo poder hacer nada para impedirlo. Sentí como la almohada se humedecía y me retorcí por dentro durante unos instantes, preguntándome si de verdad merecía la pena seguir con vida. No obtuve respuesta alguna, ya que, como la mayoría de mis preguntas, esta también fue emitida únicamente para rellenar un vacío aplastante, silencioso y repugnante, fruto del odio, a sabiendas de que seguía sin ser capaz de dirigirme la palabra. De todos modos, qué mas da, hace mucho tiempo que sé que no me puedo permitir tal lujo como el de acabar con mi agonía a través del suicidio, al menos no hasta que sea anciana. A todo esto me di cuenta de que la alarma seguía con su exasperante zumbido, así que nuevamente intenté tocar la pantalla con el dedo y, con suerte, acertar en la parte del táctil que servía para desactivarla. Lamemtablemente mis resultados volvieron a ser decepcionantes, no sabía qué estaba pasando, por más que la encendiera y toqueteara en busca del botón de apagado no conseguía hacer que el maldito teléfono dejara de reírse de mí, mientras me perforaba los oídos, el alma y la autoestima. De pronto caí en la cuenta de que no podía mover el resto del cuerpo, y que, si trataba de mirar hacia cualquier otro punto de la habitación, una fuerza mayor me lo impedía. Tardé poco en reaccionar, pues ya me conocía los mecanismos de la parálisis del sueño, y tan pronto como pude traté de despertarme. Entonces abrí los ojos y me percaté de que llevaba un buen rato soñando con el despertador sonando, y reparé también en que, en realidad, no eran las ocho de la mañana, ni las nueve, ni las diez, ni las once. En cambio, la noche seguía transcurriendo.

Sentí que me había desvelado, así que tomé unos momentos para pensar en qué era lo que me apetecía hacer durante los próximos instantes de quietud, y concluí en que lo único que quería era seguir durmiendo, y con suerte no despertar al día siguiente. Una parte de mí era consciente de que no iba a ser capaz de echar una cabezada hasta que comenzara a amanecer, pues nada más despertar había notado cómo se apoderaba de mi el vértigo usual que me invade cada vez que mi cabeza entra en bucle, imaginando sin parar algunos de los escenarios paranormales que más me atemorizan. Para cuando decidí levantarme y dar un par de vueltas en círculos dentro de mi propio cuarto, ya había podido avistar de reojo mas de cuatro siluetas diferentes, pero a estas alturas, ya no me lo tomaba tan enserio como antes: había comprendido que tan sólo era producto de mi imaginación y que, por muy factible que me pareciera el hecho de que al pensar en ello haría converger aquella realidad aparentemente irreal con la mía propia, lo que tenía que hacer era tratar de concentrarme en la altísima probabilidad de que, en realidad, ninguna de esas situaciones acabara sucediendo. 

Después caí en la cuenta de que había perdido la noción del tiempo, llevaba un buen rato dando vueltas en círculos como medio en trance, mas mi propia estupidez me sacó de ese hermoso estado. Entonces pensé que quizá sería buena idea salir un rato a la terraza y contemplar las estrellas, que siempre me ayudan a sentirme acompañada, y en cierto modo comprendida: cuando estoy con ellas me siento en calma... Pasaron unos segundos, otra vez me había extraviado en mis pensamientos, en esta ocasión resurgí con una calidez en el pecho que me incitó a coger algo de abrigo y salir por la ventana de mi cuarto, con sigilo. Sonreí levemente al notar el frescor de la oscuridad en mis mejillas, mis pies descalzos disfrutaban de la gélida roca que bajo ellos se encontraba, y noté la suave brisa nocturna entrando en contacto con mi ser, meciendo mi pelaje y colandose por entre el huequito que dejaban mis piernas desnudas. Caminé entonces hasta el sofá y me recosté sobre él; de pronto me noté algo febril, aunque tampoco le di mayor importancia. Permanecí tumbada durante unos cuantos minutos, tratando de que mi tranquilidad no se disipara como lo haría el rocío con los primeros rayos de sol. De repente comencé a notar que me estaba aburriendo de estar en el sofá, y me levanté a ver las estrellas. Caminé hasta la barandilla y me apoyé en ella, por un momento me sentí trascendental y poética, vislumbrando verdades infinitas en la profundidad de lo intangible. Disfruté de esa sensación hasta que comenzó a evaporarse, y entonces miré hacia la negrura del cosmos, escudriñándolo con ternura, sintiendo cómo los astros se daban cuenta de que estaba ahí, mirándolos, pensando en ellos y en lo bonitos que son, confesándoles cómo me siento y hablándoles de mis inquietudes más recónditas... «al fin y al cabo vosotros brilláis sin cesar, y siento que una parte de mí también lo hace. Otorgáis vida como en este planeta, y yo siento que también lo hago, casi sin darme cuenta. El problema reside en que hay una parte de mí que solo quiere dañar, asesinar, destrozarlo todo, destrozarse a si misma, hacer sufrir a las víctimas. Lo peor es darme cuenta de que, por momentos, es como si perdiera el conocimiento y de pronto, le encuentro la gran gracia sin ningún tipo de impedimento ni reparo. El remordimiento viene después, cuando me percato de las atrocidades que estoy pensando en cometer, pero así como me llega se me va, y noto como una parte de mi está medio muerta, practicamente vegetal.»

Pensé para mis adentros que me gustaría poder decantarme sólo por una de las dos, y aunque lo intento, siempre le acabo encontrando cierta gracia y sentido al maltrato.

Súbitamente reparé en que llevaba demasiado tiempo absorta en mis pensamientos, y parece ser este un mecanismo de defensa que tengo para no profundizar demasiado en lo que verdaderamente me sucede, relegándome así de un plano de honda comprensión que creo me llevaría a la gloria. 

A continuación volví a mirar hacia el cielo, pero ya me había cansado de estar ahí fuera y, además, me había desanimado un poco el pensar en todo aquello, así que terminé por volver a mi cuarto. Me posé en la ventana y, con el mayor cuidado posible, me arrojé hacia el interior del habitáculo. Me paré un momento en el medio de mi habitación y sentí como un bostezo inminente me pedía a gritos que me estirara y fuera a acostar, así que sin darle muchas más vueltas, estiré mientras bostezaba, extendiendo mis brazos lo más lejos que pude del torso, y entonces me fui de nuevo a la cama, dejando previamente el abrigo encima de la silla, acariciándolo con ternura durante un segundo antes de soltarlo. Había sido un buen rato, pensé, a pesar de aquella reflexión tan inhóspita. De pronto me puse rabiosa, recordé que llevaba demasiados años evitando el dolor y el sufrimiento, las putas drogas me habían convertido en una esclava del placer constante, o si no del placer, de la evasión del sufrimiento. Sentí una terrible impotencia mezclada con ganas de tirarme al suelo y llorar desesperada que subieron por mi pecho, atascándose en mi garganta. Una vez más me tragaba mis emociones y las hacía desaparecer en un santiamén, como por acto de magia. «¡¡¡¡Estoy harta!!!!» -grité para mis adentros. «Odio llevar mi sufrimiento tan en silencio, y si ya me costaba expresarlo antes de comenzar a drogarme, ahora que he habituado a mi cerebro a buscar la evasión perpetua, estoy jodida» -mascullé entre sollozos. «¿Qué debo hacer?... ¿Arroparme e intentar dormir? parece que ya empieza a salir el sol a lo lejos... ¿Rajarme las venas y llorar en silencio? llevo muchos días aguantandome las ganas... ¿De verdad es este el momento excepcional para el que me estoy reservando?... No, no lo es...», o de eso intenté convencerme: en el fondo me sentía orgullosa de haber logrado generar la costumbre contenerme cuando me venían ganas de hacerme daño, sabía que era la única manera de hacer de la vida algo que no fuera insufrible... Aunque, por momentos, lo único que realmente quería es que volver a vivir bajo el yugo de todo ese dolor y, sin vacilar ni un instante, desatar mi llanto y mi desesperación y mi odio y mi tormento... Todo aquello que aun llevo adentro pero que no me atrevo a sacar por miedo a acabar de nuevo encerrada en un psiquiátrico. 

Malditos cabrones, al final uno le coge gusto a estar ahí, aunque la cosa se torna un poco menos acogedora cuando deciden atarte de pies y manos y pincharte un antipsicotico, mezclado con vete tú a saber qué, con el objetivo de observar cómo se te cae la baba, y dejes así de dar por culo a tus vecinos con gritos interminables y alaridos ensordecedores. En esas condiciones aprendí a reprimir mis emociones: ¿No sientes? No la lías ¿No la lías? Te dejan en paz y acabas por recibir pronto el alta... Aunque ahora lo pienso y ¿Para qué? ¿Para qué salir pronto? ¿Para volver a fumar porros y meterte rallas? Ahora lo pienso y tampoco difiere mucho la cosa si me consigo allí una habitación sin fecha de caducidad, como el dni para los ancianos: con tu colchón, tu baño, tu pasillo y tus salas de terapia y ocio. Ah, y, por supuesto, no se nos olvide el delicioso catering, que tiene aspecto de comida casera pero te llena como una hamburguesa del macdonalds. Desde luego, también tendrás tu dosis diaria de estupefacientes, y de celadores y terapeutas... ¿qué más podrías pedir? Y todo ello por no enfrentarse jamás al mundo real de nuevo, habitando día tras día un espacio reducido de horarios prácticamente inquebrantables, con olor a planta psiquiátrica, a gritos desconsolados y a suspiros de agotamiento y resignación, lleno de locos sedados con los que hablar por unas semanas hasta que desaparezcan, y con suerte no volverlos a ver. Muchas veces me quedo pensando en que probablemente esté hecho a propósito para que siempre se te quede ese runrún en la cabeza que te invita a rajarte las venas solo para acabar de nuevo en el hospital.

Pasé un largo rato en silencio, hasta que, de repente, un pensamiento fugaz me llevó a percatarme de que ya era prácticamente de día... Me hice consciente de mi cuerpo y lo noté cansado y entumecido, así que tras vacilar por unos instantes me acomodé en el colchón y me arropé con las mantas hasta cubrir la mitad de mi cara. Poco a poco noté como me iba durmiendo, hasta que de un momento a otro ya no notaba nada: olvidé que pensaba en que me estaba quedando dormida, y acto seguido me desvanecí.

(...)

De pronto oí la alarma de siempre, y recordé lo que me había sucedido la noche anterior. Rápidamente fui a apagarla y me volví a dormir, estaba cansada y sin ganas de saber nada de nadie. Desgraciadamente al poco tiempo volvió a sonar otra, y repetí el proceso unas 5 veces más. Entonces desperté sintiéndome una pésima persona, no obstante me sentía con energía, así que me desperecé y comencé un nuevo dia, tratando de no dejar cabida a toda la negatividad que en aquellos momentos me rodeaba, pretendiendo poseerme. 

martes, 4 de mayo de 2021

¡a que te escupo en las venas!

soy un alma en pena que desea ser salvada y atendida, 

reside en mi la espera, que por paciencia anhelo que sea traducida, 

también convive conmigo (o me destruye) la prisa: injusta e improductiva, 

esta que hace que se extinga toda esperanza de curar mi herida. 


"¡me divorcio de ti!" "¡me voy a rajar las venas!"

- le dice mi alma a la vida cuando se encuentra entre la tormenta - 

negarme todo lo que quiero no hará que deje de ser deleznable, 

deleznable seré eternamente, mas también seré todo aquello que de mí me salve.


***


viviré a sabiendas de que todo es, fue y será siempre mentira, 

pues toda sentencia se torna real y certera, 

al darme cuenta de que además de una hay infinitas,

dándole cada una de ellas motivos a cantidad de personas en esta sala de espera. 


....


la pseudo-no-existencia es todo aquello que jamás podré imaginar, 

mas todavía supongo que existe en algun lugar. 

la pseudo-no-existencia es diferente para cada ente, 

cada persona es un mundo, que cuando brilla calienta hasta a los peces. 


y aquí entra en juego una nueva cuestión:

¿solo puede ser persona el humano? 

pues yo creo que persona es sinonimo de todo:

lo que existe, existió y existirá, y lo que no existe, ni existio, ni existirá, entrelazándose así consigo mismo, manteniendo su coherencia y su cohesión. 


y es que siempre se acostumbra entre la gente

a requerir materia para considerar algo como existente

¿es que acaso la imaginación no existe 

únicamente por palparla tan solo yo con mi mente? 


o mejor dicho, es requisito empírico que más de un ente

confirme la existencia en cuestión para dictaminar, al fin, que de veras está ahí. 

sino será tachada como delirio, fraude o demencia, por supuesto, 

algo "irreal", sólo porque tú no lo sabes entender. 


aunque, claro, si vienes del alto estanding

con unos buenos fardos de cocaina, 

puedes poner en primera página 

la invención que te de la gana de promover. 


***


déjame pensar que no estoy loco

(le digo sumisa al párroco) 

cuando veo mas allá de mis carencias, 

mas allá de la norma, mas allá de las apariencias


es increíble la cantidad de sabiduría que está a mi alcance, 

visiones de genio que traspasan hasta el papel 

no sé qué haré con ellas cuándo aprenda a leerlas... 

espero llegar lejos con ellas, sentirlo todo adentro de mi incesante ser. 


mientras tanto me pregunto si algún dia saldre del lodo, 

o si ya es parte de mi y he de encontrar en él la satisfacción. 

me perturbo constantemente como ejercicio para mi propia extinción, 

lo único que quiero hacer ahora es cambiar por fin ese modo. 


yo no tengo motivos para hacer nada. 

yo por mi quedaría todo el día en la cama. 

nadaria sin cesar por entre mi ser durmiente,

y me dejaría despertar sólo al llegar a la muerte. 


pues todo lo que vivo parecen ser pesadillas, 

incluso cuando estas me dicen: "no es nada", 

no se si soy yo o un demonio el que me mancilla, 

me dormí rezando, diciéndole a la vida: "para". 


y es que no quiero jamás que nadie se me acerque,

pues lo único que en todo momento tengo son ganas de reventarte. 

reventar a quien? a quien se atreva siquiera a hablarme. 

por eso prefiero alejarte de un tajo antes que dejarte entrar en mi mente. 


.... 


tambien había sentimientos agradables y reconfortantes dentro del tormento, 

como ahora, lo que sucede y sucedía es, que cuando una constante tan devastadora esta en juego,

y apenas deja respiro, 

es muy dificil tener siquiera fuerzas para fijarse en lo positivo.


***


¡HAY MUCHOS GENIOS INGENIOSOS Y ESTUPENDOS! ¡Y YO SOY UNO DE ELLOS!


¡DÉJAME LAMENTARME POR LOS PASILLOS, ETERNOS, LLENOS DE DESDÉN: CRIMEN Y PECADO COMETIDO DÍA TRAS DÍA, ESO SE CONVIRTIÓ EN NUESTRO SUSTENTO, PASÓ DE VENENO A ALIMENTO!


***


Fin.